After life (netflix)
- Nere Arima
- 20 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 may 2019
Una tragicomedia ácida que nos acerca de forma dinámica temas tabú como la muerte o la depresión.

“No puedes cambiar el mundo, pero si puedes cambiarte a ti mismo”: es el potente mensaje que nos enseña la primera temporada de esta #serie producida por #Netflix. Ricky Gervais lo ha vuelto a hacer, ha logrado transmitirnos ese positivo mensaje a través de Tony, un personaje nihilista y misántropo que no puede generar otra cosa en el espectador que una profunda ternura, sin recurrir a la porno-miseria o a la pena desmedida.
Tony es un periodista frustrado y sumido en la desesperación que trabaja en un periódico local. Un cáncer acaba de arrebatarle a su esposa, con la cual estaba muy unido. La pérdida le ha generado una profunda depresión que Tony muestra a través de una personalidad agria y un odio desmesurado por el ser humano.

A pesar de todo esto, el personaje está construido a la perfección, ya que el espectador lo adora desde el primer momento: siente su dolor, lo comprende, y desea que poco a poco salga del pozo de pena en el que se está ahogando.
Temas tabú
La depresión y el duelo, son dos temas ya tratados en el cine y las series; pero Gervais nos muestra un punto de vista fresco, ya que no recurre a mostrarnos un hombre depresivo con aspecto de zombi triste. Esta forma de hablar de la enfermedad mental más común de nuestra sociedad, y también una de mas más estigmatizadas, es una forma de mostrar que hay muchas formas de sentir dolor, y que cada persona exterioriza su sufrimiento o construye su coraza a su forma. No hay reglas para la depresión, a pesar de que existan síntomas comunes. Esta es otra de las ideas que el director nos inculca a través de un subtexto reflexivo y muy bien trabajado. Tony nos ayuda a comprender que a veces, cuando nos topamos con una persona que actúa de cierta manera, no debemos juzgarla ya que desconocemos por lo que puede estar pasando.
Personaje y creador
El protagonista de carácter agrio con el que el espectador empatiza nos recuerda sutilmente a figuras como las del Doctor House (de la serie House) o al profesor de filosofía Merlí Bergeron (de la serie catalana Merlí).
La actuación del protagonista es espectacular, ya que Tony es interpretado por el propio Ricky Gervais, un hombre todoterreno, que comprende mejor que nadie al personaje que él mismo ha creado; y que incluso podríamos decir que tiene un poco de sí mismo (teniendo en cuenta los temas que el británico ha tratado a lo largo de su carrera).
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