“TU ANTES NO ERAS ASÍ”, EL PELIGRO Y LA TENDENCIA DE LAS EXPECTATIVAS en la PAREJA.
- Nere Arima
- 20 jun 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 dic 2020
Hay un factor en las relaciones tan peligroso para el bienestar personal y de pareja como los celos o la falta de comunicación. Estas son LAS EXPECTATIVAS.

Imagen ilustración de @flavitabanana
Como explica el psiquiatra Pablo Población en varios de sus libros y ensayos, en toda relación de pareja hay mínimo seis personas. No se refiere a terceros, ni tampoco a familiares o amigos entrometidos; se refiere a algo más simple y real en torno a lo que hemos construido el modelo de romanticismo occidental: la multiplicidad de cada uno de los sujetos que forman la pareja. Más allá de las dos personas reales que toman parte en el juego del amor, aparecen otros cuatro elementos a los que Población asigna el nombre de “personajes”. Éstos son pura fantasía.
Primeramente, está “el falso yo”, es decir, la identidad que queremos proyectar de nosotros mismos, y que a veces es tan fuerte que terminamos asimilándola como realidad única y absoluta; esta conducta puede ser bastante perjudicial para el funcionamiento sano de una relación. Estamos hablando de un falso ego que se podría definir como “el o la que yo quiero mostrar que soy”. Ésta adulterada identidad está compuesta por maneras de ser, de decir, de sentir, de pensar… es un método de supervivencia, por lo que empezamos a fabricarla desde muy temprana edad para nunca dejar de hacerlo; es por este motivo, que acabamos asumiendo que somos realmente esa persona. Lo verdaderamente peligroso, no es esta construcción tan inevitable como respirar, si no aferrarse y defenderla de tal forma hasta perder la consciencia de la existencia de este fenómeno y vernos proyectados también en la pareja con las características de ese falso yo, que nuestra pareja, a medida que nos va conociendo va desmontando. Creo que es un excelente ejercicio (sin llegar a culpabilizarnos de todo lo malo que suceda) asumir todo lo anteriormente explicado y ser más tolerantes a la hora de defender a nuestro personaje inventado: ser conscientes de que existe la posibilidad de que aquello que nos está intentando transmitir nuestra pareja sea cierto, ya que nuestro verdadero yo se ha asomado un rato a través de los actos del personaje imaginario. Ni el mejor de los actores puede interpretar un papel veinticuatro horas al día.
El segundo personaje fantasioso- bajo mi punto de vista el más peligroso y de el que he venido a hablar- es esa persona que queremos que sea nuestra pareja, y que además estamos convencidas de que puede llegar a ser. “El falso tú”. Al principio de la relación tendemos a idealizar a esa persona, atribuyéndole en nuestra fantasía ciertas características que probablemente no sean del todo reales. Cuando vamos descubriendo el pastel, recurrimos a métodos poco favorables a la relación para tratar de moldear a la persona en favor de nuestros deseos. Como resulta poco agradable admitir que estamos tratando de cambiar a la otra persona, nos auto convencemos de que no lo estamos haciendo con argumentos como “antes no eras así”, “yo quiero que vuelva la de siempre”, “¿por qué las cosas no pueden ser como antes?”. Pero es que, ese antes, pocas veces existe, sólo es ese proceso de transición del enamoramiento a la rutina en el que únicamente vemos que estamos ante nuestra pareja ideal.
La situación, claramente peligrosa para el bienestar de la pareja, lo es también para una misma, porque pocas cosas hay más frustrantes que percatarse de que lo que en tus pensamientos funcionaba perfectamente, tiene aspectos que no encajan. Lo que creo que deberíamos hacer en estos casos, no es tratar de cambiar esos aspectos para hacerlos encajar, considero mucho más sano aceptarlos, asumirlos, ser consecuentes y aprender a manejarlos para convivir con ellos.
Para Población, la verdadera salud se basa en el encuentro de los verdaderos yoes, mientras que la fantasía y las expectativas solo nos empujan a luchas de poder y destrucción. Las expectativas son aquello en lo que proyectamos a nuestra pareja, pero también a nosotras mismas.
La vida de pareja, eso que empieza siendo dar y recibir amor y muchas veces termina siendo dar y recibir poder. Es interesante que analicemos nuestras conductas, y ya que el desaprendizaje de todo un sistema establecido es un proceso lento, podríamos empezar aceptando y asumiendo que todo esto que os he explicado es real, y que cada vez que salte la alarma de que algo va mal, apliquemos un poco de sentido común a esa relación idílica que hemos escrito, dirigido y rodado en los escenarios más apoteósicos de nuestra psique.
Link con los trabajos de Pablo Población
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